La climatización, o el acondicionamiento del aire, consiste en crear unas condiciones de temperatura, presión, humedad y limpieza del aire adecuadas para garantizar la comodidad y bienestar de las personas dentro de los espacios habitados. Comprende tres factores fundamentales: la ventilación, la calefacción y la refrigeración.
Se realiza mediante aparatos que emiten calor o frío según las necesidades: aire acondicionado, calefacción, ventiladores, humidificadores… Los expertos sitúan la temperatura idónea en los 21 grados.
Sin embargo, todo depende del gusto de cada uno, pues una persona de sangre caliente puede no tolerar bien el calor; por el contrario, alguien que siempre tiene las manos frías puede preferir una climatización de 28 grados.
Como en todo, existen condicionantes; en este caso, el factor ambiental, como la temperatura y a velocidad del aire, y el factor humano, como la actividad que se lleve a cabo en la estancia o el tiempo de permanencia en ella.
La instalación de un sistema de climatización puede ser completa o parcial. La primera trata todos los parámetros anteriormente mencionados, mientras que la parcial solo lo hace con algunos.
Para un correcto acondicionamiento del aire se requieren Unidades de Tratamiento de Aire, comúnmente llamados climatizadores, que son unos aparatos que modulan el calor y el frío Para el calor se suelen utilizar calderas y para el frío, máquinas frigoríficas llamadas enfriadoras, o aparatos de aire acondicionado.
Todo este equipamiento tiene un sistema de control que permite gestionar las variables de calor y frío a tiempo real, incluyendo factores como la fijación de parámetros o temporizadores para el ahorro de energía.
La climatización es de vital importancia en ciertos ambientes que requieren una temperatura constante específica, como las salas de ordenadores, los quirófanos o la UVI.